Jesús tenía una misión universal, pero él estaba limitado por el tiempo y el espacio, ¿cómo podría entonces abarcar a toda la humanidad y romper las fronteras geográficas? Lo primero que hizo, fue rodearse de discípulos, para de esa manera multiplicarse y prolongarse. La tarea primordial de Jesús durante sus tres años de ministerio, no fue atender a las multitudes que lo seguían. Su atención principal se centró en sus discípulos, hasta que doce de ellos llegaron a ser maestros. La opción preferencial de Jesús fue formar discípulos, capaces de generar nuevos discípulos.
El que en verdad aprende, no esconde su riqueza, sino que a su vez enseña a otros. Es decir, todo aquel que ha logrado aprender, necesariamente debe enseñar.
Por lo general, nos engañamos pensando que Jesús andaba siempre rodeado de multitudes que lo arrastraban. Aunque le interesaba todo el pueblo, su visión pastoral no se limitaba a repartir enseñanza a los cuatro vientos, sino a formar a los pastores que atendieran, cuidaran y sirvieran a las ovejas. La prioridad de Jesús fue terminar el proceso pedagógico en doce de sus discípulos. El quería dejar acabado el modelo, para que después todos nosotros tuviéramos un marco de referencia que nos guiara en nuestro trabajo pastoral.
"Y por ellos yo me santifico a mí mismo", confesó en la última cena (Jn 17,19). Jesús se consagró en cuerpo y alma a troquelar a doce que pudieran continuar en el tiempo y propagar en el espacio su obra. Porque la tarea de cosechar la mies ya madura en los campos, era apremiante, supo invertir y capitalizar el poco tiempo que tenía. No le interesaba la producción en serie ni la gran cantidad de seguidores, sino la calidad.
Jesús no sólo formó discípulos, sino que a éstos los capacitó para llegar a ser productores de discípulos, los cuales llegaron a ser maestros también. Por eso, la comunidad primitiva se congregaba en torno a la enseñanza de los apóstoles (Hech 2,42). Jesús, a diferencia de Juan Bautista, que sólo tenía discípulos, transformó a los suyos en maestros aptos para formar discípulos a su vez. Así pues, la opción preferencial de la labor pastoral de Jesús fue la formación de discípulos. Por tanto, cualquier colaboración en instaurar y extender el Reino debe ser a base de la formación de auténticos discípulos de Jesús.
La gran comisión confiada por Jesús a los suyos fue: Id y haced discípulos a todas las naciones (Mt 28,18-20). Evangelizar no se reduce a la comunicación de un mensaje o anunciar Buenas noticias, sino que es una tarea de escultor: formar discípulos de Jesús.